Crónica de una expedición al continente Antártico 2008 (3a. parte y última)

17/01/2013  By

 

Era el 11 de Febrero: llegué Hannah Point (62°39′ S, 60°37′ W), en la isla Livingstone, en el sur de las Islas Shetland. Aquí se encontró una colonia importante de pingüinos de Barbijo o Chinstrap, que tienen una franja negra delgada en el cuello blanco a manera de collar. Ahí observamos a una pareja de pingüinos Macaroni, que tienen unos pelos largos amarillos en las cejas. Los únicos 2 ejemplares en ese momento en el lugar. También había varios animales, para mí, parecidos entre sí, que podían ser leones marinos, leopardos marinos, elefantes marinos, etc. Observé como se desplazan sobre la tierra, y en la zona en donde se encontraba toda la familia (mas o menos unos 20 ejemplares) olía terrible, por la forma en la que viven. Fui testigo de una discusión entre un león marino y un pingüino, cada quien como podía. También observé skúas y gaviotas antárticas.




Polluelo de juanito

El último punto visitado, y no menos interesante, fue Bahía de Balleneros o Whalers Bay (62°59′ S, 60°33′ W), en Isla Decepción. Es una isla, que vista desde arriba, tiene forma de herradura. Se trata del cráter de un volcán submarino. La última erupción registrada fue en 1970. El barco atravesó el estrecho de Neptuno para ingresar al interior. En la costa podía observarse una neblina o vapor que salía de la tierra. Se trata de aguas termales, que son calentadas por efecto del mismo volcán. Recorrí esa zona. Observé lo que son los restos de unos antiguos y enormes tanques de metal, que se pudieran confundir con tanques de combustible, pero que en realidad eran para almacenar la grasa de las ballenas que eran cazadas hace algunas décadas. Hoy todo en ruinas. Se pueden observar desde el Google Earth. Ahí, tal y como estaba programado, incluía la opción de un baño de mar. Tampoco lo pensé, ya estaba preparado. No me podía perder de esa experiencia. Ya en la zona, al bajar del zodiac y quitarme el abrigo y demás ropa, no sentí ninguna sensación desagradable, a pesar del clima extremo de la zona. Entonces, pude estar prácticamente en traje de baño, y entrar a la orilla del mar, y remojarme, sin problema alguno. El truco está en que, desde las partes altas cae agua hirviendo a través de riachuelos, que se mezcla en la orilla con el agua casi congelada del mar. Permitiendo esa combinación, la temperatura es agradable. La mayoría de los pasajeros optaron por este baño. Al regresar el barco, me entregaron un certificado con mi nombre, donde consta mi “hazaña”, firmado por los líderes de la expedición.




 

Témpano de hielo

Salimos de ahí y emprendimos el viaje de regreso al continente americano. Los siguientes, fueron otros 2 días difíciles en cuanto a los mareos. Lo solucioné, dejando de ingerir alimentos y permanecer algún tiempo acostado. Por momentos salía al exterior, para observar el mar y una que otra ave que nos escoltaba.

 

Paisaje Antártico

Tuve tiempo para recapitular en forma personal, todas las experiencias vividas. Mi percepción personal del tiempo transcurrido durante el viaje, es que fue extenso. Son tantas las experiencias vividas, todo novedad y en tampoco tiempo que si realmente pasó una semana, la sensación es como si hubiera sido un mes. Se me hacía muy lejano el día que dejé temporalmente mi oficina en el trabajo.



 

Ya, llegando a América, la tarde del 13 de febrero, el barco pasó frente a la isla Cabo de Hornos. Pude observar a lo lejos, una base chilena que tenía a su bandera ondulando. Fue alrededor de 1 hora, en la que se pudo contemplar esas islas, hasta que nos alejamos y oscureció, y luego entramos de nuevo al canal de Beagle. Durante la madrugada, el barco atracó nuevamente en el muelle de Ushuaia. A la mañana siguiente, del día 14, desembarqué.

Ya en tierra firme, entre otras actividades, tomé un paseo en avioneta sobre la ciudad, la zona de lagos (Escondido y Fagnano), el Canal de Beagle incluyendo estancia Harberton, la isla del faro Les Eclaireurs (54°52’S, 68°05’W), isla de lobos marinos y nuevamente la ciudad, partiendo desde el Aeroclub Ushuaia. También fue una experiencia inolvidable, que luego recomendé a otros amigos compañeros de expedición, que posteriormente me enteré, también tomaron, con los mismos resultados.




Los días siguientes los utilicé para tomar otras excursiones, una en la que se puede visitar Isla Martillo (54°54’S, 67°22’W), hogar de una gran colonia de pingüinos Magallánicos. Incluye traslado desde la ciudad, hasta la Estancia Harberton (7). De ahí se toma una lancha rápida para llegar a la isla. Se desembarca y se camina junto con esos pingüinos por cerca de una hora. Son realmente pocos los Papúa que se ven ahí. Observé a un pingüino magallánico que estaba a escasos centímetros del camino utilizado por nosotros. Se me ocurrió acercar la cámara de video a su cara. Le causó curiosidad el objeto, y él empezó a girar su cabeza, de manera graciosa, pero en ese instante hizo un movimiento que golpeó fuertemente la cámara. Si no hubiera sido por la cámara, quizás hoy tuviera un dedo menos.

Pasaron unos días más. El 16 de febrero, fue el día de emprender el regreso, aunque aún incluía una escala en Buenos Aires con duración de 3 días. Ya ahí, en la Capital Federal, recorrí de nuevo los principales lugares, al igual que la municipalidad de Tigre, ubicada al norte, cuyo viaje a través de tren convencional y del tren turístico “Tren de la Costa”, lleva como una hora en llegar. En ese lugar, salen paseos marítimos a través del delta del Río de la Plata. Ahí el agua es color café, ya que el agua contiene tierra que arrastra desde las altas y lejanas montañas.




También recorrí la ciudad en un autobús descubierto, recorriendo las principales zonas de la ciudad, incluyendo el barrio de La Boca, pasando frente el estadio de fútbol, el Caminito, la Plaza Mayor, Recoleta, así como las principales avenidas. El hotel al que llegué, está ubicado en el corazón de la ciudad, frente al obelisco, sobre la avenida 9 de Julio. Recorrí varias veces las calles peatonales Lavalle y Florida. En ellas, casi a cualquier hora, era posible presenciar algún espectáculo callejero de tango, así como estatuas vivientes bien caracterizadas.

 

Por la tarde, visité en su domicilio a Zelfa y a Gunnar. Tuve ahí oportunidad de conocerlos personalmente, lo que resultó una muy agradable experiencia. La charla fue de lo más interesante, acerca de las experiencias vividas por ellos durante sus ya 10 viajes previos a la Antártica así como a otros lugares extremos como el Ártico (8) e innumerables islas del Pacífico Sur, incluyendo Isla de Pascua, Chile. En ese momento se encontraban ahí una pareja de alemanes, que pretendían abordar algún barco a la Antártica y trabajar ahí como médico a bordo. Por la noche, acudí al Teatro Piazzolla, para presenciar un show de tango. Un espectáculo muy bien montado y de excelente calidad.



Al día siguiente, día 19, ya cerca de la media noche, abordé un avión, con el que ya ponía fin a este viaje, mismo que varias horas después, previa escala en el Distrito Federal, llegaba nuevamente a casa.

Traje poco más de 1,400 fotografías y 11 horas de vídeo. Ahora necesito tiempo para editarlo y hacer un resumen.

Para comentarios, mi correo electrónico es: viajespolaresmx@hotmail.com

 

HASB. Marzo de 2008

 

Notas:

(7) fundada por el misionero anglicano Thomas Bridges en 1886.

(8) Polo Norte.


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